
Establecer contactos clandestinos con golpistas en Venezuela fue una gran apuesta para Washington, dado su largo historial de intervenciones encubiertas en toda AmĆ©rica Latina. Muchas personas de la regiĆ³n aĆŗn sienten un gran resentimiento contra Estados Unidos por haber respaldado rebeliones, golpes de Estado y complots en paĆses como Cuba, Nicaragua, Brasil y Chile, asĆ como por haber guardado silencio ante los abusos que los regĆmenes militares cometieron durante la Guerra FrĆa.
En respuesta a las preguntas sobre esas conversaciones secretas, la Casa Blanca seƱalĆ³ mediante un comunicado que era necesario participar en un ādiĆ”logo con todos los venezolanos que expresan el deseo de restablecer la democraciaā con el fin de āaportar un cambio positivo a un paĆs que ha sufrido mucho bajo el gobierno de Maduroā.
Sin embargo, un comandante militar de ese paĆs que estuvo involucrado en las conversaciones difĆcilmente puede ser considerado como un emisario democrĆ”tico: estĆ” en la lista de funcionarios corruptos de Venezuela que han sido sancionados por el gobierno estadounidense.
Ćl y otros miembros del aparato de seguridad venezolano han sido acusados por Washington de un gran nĆŗmero de delitos graves, entre ellos torturar a los opositores del rĆ©gimen, encarcelar a cientos de prisioneros polĆticos, herir a miles de civiles, traficar drogas y colaborar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), un grupo guerrillero que Estados Unidos considera como una organizaciĆ³n terrorista.
La mayorĆa de los lĆderes latinoamericanos estĆ”n de acuerdo en que NicolĆ”s Maduro, el presidente venezolano, es un gobernante cada vez mĆ”s autoritario que arruinĆ³ la economĆa de su paĆs ocasionando una escasez extrema de alimentos y medicinas. El colapso desatĆ³ el Ć©xodo de los venezolanos desesperados que escapan por las fronteras, y con ello abruman a los paĆses vecinos.
Al final, los funcionarios estadounidenses decidieron que no ayudarĆan a los conspiradores, y el plan del golpe de Estado quedĆ³ estancado. No obstante, la disposiciĆ³n del gobierno de Trump de reunirse varias veces con oficiales rebeldes que pretenden derrocar a un mandatario de este hemisferio podrĆa resultar polĆticamente contraproducente.
Desde hace mucho tiempo, Maduro ha justificado su autoritarismo con la afirmaciĆ³n de que los imperialistas de Washington estĆ”n intentando destituirlo de manera activa, y las reuniones secretas podrĆan proporcionarle argumentos para cambiar la postura de la regiĆ³n que, en general, se muestra en su contra.
Maduro en un consejo de ministros realizado en Caracas, este mes. La mayorĆa de los lĆderes latinoamericanos estĆ”n de acuerdo en que es un gobernante cada vez mĆ”s autoritario que ha arruinado la economĆa de su paĆs. CreditPalacio de Miraflores
āEsto caerĆ” como una bombaā en la regiĆ³n, comentĆ³ Mari Carmen Aponte, quien fungiĆ³ como la principal diplomĆ”tica en asuntos de AmĆ©rica Latina durante los Ćŗltimos meses del gobierno de Barack Obama.
AdemĆ”s del complot golpista, el gobierno de Maduro ya ha eludido varios ataques a pequeƱa escala, entre ellos una descarga de artillerĆa desde un helicĆ³ptero el aƱo pasado y un dron que explotĆ³ mientras pronunciaba un discurso en agosto. Los ataques han contribuido a la idea de que el presidente es vulnerable.
Los militares venezolanos buscaron tener acceso directo al gobierno estadounidense durante la presidencia de Obama, pero fueron rechazados, seƱalaron los funcionarios.
DespuĆ©s, en agosto del aƱo pasado, el presidente Trump declarĆ³ que Estados Unidos tenĆa una āopciĆ³n militarā para Venezuela, una afirmaciĆ³n que atrajo el repudio de los aliados de Estados Unidos en la regiĆ³n, pero que animĆ³ a los militares rebeldes venezolanos a comunicarse con Washington una vez mĆ”s.
āAhora era el presidente quien lo decĆaā, seƱalĆ³ el excomandante venezolano que se encuentra en la lista de sancionados durante una entrevista, quien hablĆ³ con la condiciĆ³n de conservar su anonimato por temor a represalias por parte del gobierno de Venezuela. āNo iba a dudar de la informaciĆ³n si provenĆa de ese mensajeroā.
Durante una serie de reuniones secretas en el extranjero āque comenzaron el otoƱo pasado y continuaron este aƱoā los militares le dijeron al gobierno estadounidense que representaban a varios cientos de miembros de las fuerzas armadas que no estaban de acuerdo con el autoritarismo de Maduro. Le pidieron a Estados Unidos que les proporcionara radios cifrados, pues aseguraron que necesitaban comunicarse de manera segura, mientras desarrollaban un plan para instalar un gobierno de transiciĆ³n liderado por el EjĆ©rcito con el fin de gestionar el paĆs hasta que pudieran convocar elecciones.
Los funcionarios estadounidenses decidieron no proporcionar el material de apoyo y los planes se vinieron abajo despuĆ©s de un operativo de represiĆ³n en el que se detuvo a decenas de conspiradores.
El recuento de las reuniones clandestinas y los debates polĆticos que las precedieron se elaborĆ³ a partir de entrevistas con once funcionarios y exfuncionarios estadounidenses, ademĆ”s del excomandante venezolano. Este dijo que por lo menos tres grupos distintos dentro de las fuerzas armadas venezolanas habĆan conspirado contra el gobierno de Maduro.
Uno estableciĆ³ contacto con el gobierno estadounidense a travĆ©s de la embajada de Estados Unidos en una capital europea. Cuando se informĆ³ a Washington sobre este acercamiento, los funcionarios de la Casa Blanca se mostraron intrigados pero recelosos. Les preocupaba que la solicitud de reunirse pudiera ser una trampa para grabar clandestinamente a algĆŗn agente estadounidense mientras al parecer conspiraba contra el gobierno venezolano, seƱalaron los funcionarios.
Un grupo de venezolanos hacĆa fila en Caracas para comprar alimentos subsidiados por el gobierno, en mayo. El paĆs sufre una escasez extrema de alimentos y medicinas. CreditMeridith Kohut para The New York Times
No obstante, conforme la crisis humanitaria de Venezuela empeoraba el aƱo pasado, los estadounidenses decidieron que valĆa la pena correr el riesgo con el fin de tener un panorama mĆ”s claro de los planes y los oficiales que buscaban destituir a Maduro.
āDespuĆ©s de muchas discusiones, acordamos que debĆamos escuchar lo que querĆan decirnosā, comentĆ³ un funcionario gubernamental de alto nivel que no tiene autorizaciĆ³n para hablar sobre las reuniones secretas.
Al principio, el gobierno considerĆ³ enviar a Juan Cruz, un agente veterano de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que recientemente renunciĆ³ a su puesto como principal autoridad normativa de la Casa Blanca en asuntos de AmĆ©rica Latina. Sin embargo, los abogados de la Casa Blanca dijeron que serĆa mĆ”s prudente enviar a un diplomĆ”tico de carrera.
Le pidieron al enviado estadounidense que asistiera a las reuniones āsolo para escucharlosā, y no le dieron autorizaciĆ³n para negociar ningĆŗn asunto importante durante estos encuentros, de acuerdo con un funcionario de alto nivel del gobierno.
DespuĆ©s de la primera reuniĆ³n, que tuvo lugar a finales de 2017, el diplomĆ”tico informĆ³ que los venezolanos no parecĆan tener un plan detallado y se habĆan presentado con la esperanza de que los estadounidenses llegaran con ideas o directrices de apoyo.
El excomandante venezolano seƱalĆ³ que los rebeldes jamĆ”s pidieron una intervenciĆ³n militar por parte de Estados Unidos. āJamĆ”s acordĆ© ni se propuso un operativo conjuntoā, precisĆ³ el excomandante.
AgregĆ³ que Ć©l y sus colegas consideraron llevar a cabo su plan el verano pasado, cuando el gobierno suspendiĆ³ los poderes de la Asamblea Nacional, de mayorĆa opositora, e instalĆ³ la Asamblea Nacional Constituyente que es leal a Maduro. No obstante, dijo que abortaron el plan por temor a que sucediera una masacre.
DespuĆ©s planearon hacerse con el poder en marzo, relatĆ³ el exmilitar, pero el plan se filtrĆ³. Finalmente, los disidentes decidieron que ejecutarĆan la operaciĆ³n durante las elecciones del 20 de mayo, fecha en que Maduro fue reelecto. Pero una vez mĆ”s, se corriĆ³ el rumor de que los conspiradores se estaban preparando y tuvieron que detener sus planes, aunque no hay pruebas de que el presidente supiera que los golpistas habĆan contactado a los estadounidenses.
Para que cualquiera de los complots funcionara, explicĆ³ el excomandante, Ć©l y sus colegas creĆan que era necesario detener a Maduro y a otros personajes principales del gobierno al mismo tiempo. Para lograrlo, los funcionarios rebeldes necesitaban un medio para comunicarse en forma segura. Hicieron su peticiĆ³n durante la segunda reuniĆ³n con el diplomĆ”tico estadounidense, que sucediĆ³ el aƱo pasado.
Legisladores en Caracas, el mes pasado. Los golpistas se sorprendieron cuando el gobierno instalĆ³ una nueva Asamblea Nacional Constituyente, leal a Maduro. CreditCristian HernĆ”ndez/EPA vĆa Shutterstock
A su vez, el enviado comunicĆ³ la peticiĆ³n a Washington, donde fue rechazada por los altos funcionarios. āQuedamos frustradosā, comentĆ³ el excomandante venezolano. āNo hubo seguimiento. Me dejaron esperandoā.
DespuĆ©s el diplomĆ”tico estadounidense se reuniĆ³ con los conspiradores por tercera ocasiĆ³n, a principios de este aƱo, pero no lograron obtener una promesa de ayuda material ni una seƱal clara de que Washington apoyaba los planes de los rebeldes, segĆŗn el excomandante venezolano y varios agentes estadounidenses.
Aun asĆ, los venezolanos consideraron las reuniones como una aprobaciĆ³n tĆ”cita de sus planes, argumentĆ³ Peter Kornbluh, historiador del Archivo Nacional de Seguridad en la Universidad George Washington.
āEstados Unidos siempre ha mostrado interĆ©s en conocer informaciĆ³n de inteligencia sobre posibles cambios de liderazgo en los gobiernosā, dijo Kornbluh. āPero tan solo el hecho de que un diplomĆ”tico estadounidense se presentara a una reuniĆ³n como esa probablemente se percibirĆa como un espaldarazoā.
En su comunicado, la Casa Blanca dijo que la situaciĆ³n en Venezuela era āuna amenaza para la seguridad y la democracia en la regiĆ³nā, y seƱalĆ³ que el gobierno de Trump seguirĆa reforzando una coaliciĆ³n de āaliados afines y sensatos, de Europa a Asia y a las AmĆ©ricas, para presionar al rĆ©gimen de Maduro con el fin de restablecer la democracia en Venezuelaā.
Agentes estadounidenses han citado abiertamente la posibilidad de que las fuerzas armadas de Venezuela puedan tomar medidas.
El 1 de febrero, Rex Tillerson, que en ese entonces era secretario de Estado, ofreciĆ³ un discurso en el que dijo que Estados Unidos no habĆa āpromovido un cambio de rĆ©gimen ni la destituciĆ³n del presidente Maduroā. Sin embargo, en respuesta a una pregunta, Tillerson indicĆ³ la posibilidad de que se produjera un golpe de Estado militar.
āCuando las cosas estĆ©n tan mal que el mando militar se dĆ© cuenta de que ya no puede servir a los ciudadanos, encontrarĆ” la forma de realizar una transiciĆ³n pacĆficaā, comentĆ³.
DĆas despuĆ©s, Marco Rubio, el senador de Florida que ha buscado influir en el enfoque del gobierno de Trump sobre LatinoamĆ©rica, publicĆ³ una serie de tuits que animaron a los disidentes de las fuerzas armadas venezolanas a derrocar a su presidente.
Un grupo de venezolanos que esperaba para registrarse ante las autoridades migratorias brasileƱas en abril. El colapso econĆ³mico ha desencadenado un Ć©xodo de venezolanos desesperados.CreditMeridith Kohut para The New York Times
āLos soldados comen lo que encuentran en los botes de basura y sus familias sufren hambre mientras Maduro y sus amigos viven como reyes y bloquean la asistencia humanitariaā, escribiĆ³ Rubio. DespuĆ©s aƱadiĆ³: āEl mundo apoyarĆa a las fuerzas armadas de #Venezuela si decidieran proteger al pueblo y restablecer la democracia con la destituciĆ³n de su dictadorā.
Durante su Ć©poca como director de polĆticas de la Casa Blanca para AmĆ©rica Latina, Cruz les enviĆ³ un mensaje a los venezolanos durante un discurso en abril. Se refiriĆ³ a Maduro como ādementeā, Cruz dijo que todos los venezolanos debĆan āinstar a las fuerzas armadas a respetar el juramento que hicieron de desempeƱar sus funcionesā, dijo. āCumplan con su promesaā.
Conforme empeoraba la crisis en Venezuela en aƱos recientes, los funcionarios estadounidenses debatieron los pros y los contras de establecer diƔlogos con facciones rebeldes de las fuerzas armadas.
āEran diferencias de opiniĆ³nā, dijo Aponte, la exdiplomĆ”tica principal en materia de LatinoamĆ©rica del gobierno de Obama. āHabĆa gente que le tenĆa mucha fe a la idea de que podĆan aportar estabilidad, ayudar a distribuir alimentos y trabajar en cuestiones prĆ”cticasā.
No obstante, otros āentre ellos Aponteā vieron los riesgos de establecer vĆnculos con lĆderes de las fuerzas armadas que, segĆŗn el anĆ”lisis de Washington, se habĆan convertido en un pilar del trĆ”fico de cocaĆna y los abusos a los derechos humanos.
Roberta Jacobson, una exembajadora en MĆ©xico que antecediĆ³ a Aponte en el puesto de funcionaria principal del Departamento de Estado para polĆticas de LatinoamĆ©rica, dijo que, aunque desde hace mucho Washington considera que las fuerzas armadas venezolanas sufren de ācorrupciĆ³n generalizada, estĆ”n muy involucradas en el narcotrĆ”fico y son despreciablesā, ella pensaba que valĆa la pena establecer un canal diplomĆ”tico extraoficial con algunos de sus miembrosā.
āDada la descomposiciĆ³n extendida de las instituciones venezolanas, se tenĆa la idea de que, aunque no necesariamente eran la respuesta, cualquier tipo de resoluciĆ³n democrĆ”tica habrĆa tenido que incluir a las fuerzas armadasā, dijo Jacobson, quien renunciĆ³ al Departamento de Estado a principios de este aƱo. āLa idea de escuchar a los lĆderes de esos lugares, sin importar quĆ© tan indeseables resulten, es esencial para la diplomaciaā.
Sin importar cuĆ”l sea la lĆ³gica, sostener discusiones con los golpistas podrĆa hacer sonar alarmas en una regiĆ³n con una lista de intervenciones infames: la invasiĆ³n fallida de la CIA en BahĆa de Cochinos para derrocar a Fidel Castro en 1961; el golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en Chile en 1973, que llevĆ³ a la larga dictadura militar de Augusto Pinochet, o el apoyo encubierto del gobierno de Reagan a los rebeldes de derecha conocidos como los Contras en Nicaragua durante la dĆ©cada de 1980.
En Venezuela, un golpe de Estado en 2002 destituyĆ³ brevemente a Hugo ChĆ”vez, el predecesor de Maduro. Estados Unidos sabĆa que se estaba gestando un complot, pero lo desaconsejĆ³, de acuerdo con documentos clasificados que mĆ”s tarde se hicieron pĆŗblicos. El golpe de Estado tuvo lugar de cualquier forma y el gobierno de Bush abriĆ³ un canal de comunicaciĆ³n con el nuevo lĆder. Los funcionarios estadounidenses despuĆ©s se distanciaron del nuevo gobierno debido a que creciĆ³ el descontento del pueblo con el golpe de Estado y los paĆses de la regiĆ³n lo denunciaron claramente. ChĆ”vez fue restituido como presidente.
En el complot mĆ”s reciente, el aƱo pasado habĆa de 300 a 400 miembros de las fuerzas armadas vinculados con el plan, pero esa cantidad se redujo a casi la mitad despuĆ©s de las enĆ©rgicas medidas emprendidas por el gobierno de Maduro este aƱo.
Al excomandante venezolano le preocupa que los casi 150 compaƱeros que han sido detenidos puedan ser torturados. LamentĆ³ que Estados Unidos no proveyera los radios a los rebeldes, pues cree que eso pudo haber cambiado la historia del paĆs.
āEstoy decepcionadoā, dijo el exgeneral. āPero soy el menos afectado. Yo no soy prisioneroā.
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